¡Hola viajeros! En este post os hablo sobre una de las visitas imprescindibles si pasáis unos días en Polonia. Se trata de los campos de concentración de Auschwitz; no es una experiencia agradable, pero sí necesaria para conocer de primera mano este lugar que presenció una de las mayores atrocidades cometidas por el ser humano.

Visita a los campos de concentración de Auschwitz

Nosotros hicimos la visita en una excursión organizada desde Cracovia para poder ir por la tarde a visitar las minas de sal de Wieliczka. Pese a que las visitas guiadas no son mi punto fuerte ésta era la mejor forma de combinar las dos excursiones el mismo día (y todo salió genial).

La excursión con esta empresa (cracoviacitytours) nos costó unos 120 zlotys (30 euros), con guía en castellano, los transportes en autobús, entradas, también incluye una comida en el restaurante Beer House de Cracovia, y dura aproximadamente unas 7 horas. No creo que la visita por libre hubiese ido mejor ya que sin un guía que conozca toda la información se nos habrían pasado muchos detalles y no habría sido la misma experiencia, empezamos…

Auschwitz I

La primera de las dos paradas que incluye esta visita es Auschwitz I, situado en un pequeño pueblo a unos 70 kilómetros de Cracovia, este campo de concentración fue construido en 1940 para prisioneros políticos; sin embargo, enseguida comenzaron a llegar judíos, polacos, rusos, gitanos y homosexuales, entre otros.

Bajamos del autobús y nos dirigimos en grupo a cruzar unos controles que recuerdan a los del aeropuerto, al superarlos avanzamos unos metros y encontramos la entrada original del campo con el irónico mensaje de “Arbeit macht frei” o «el trabajo os hará libres» en castellano, con el que los nazis infundían falsas esperanzas a los prisioneros.

"El trabajo os hará libres"

Tras cruzar esta verja maldita ya estamos en un lugar donde el recuerdo del horror es todavía patente, con sus barracones, torres de vigilancia, alambres de espino, hasta cámaras de gas y hornos crematorios… seguro que es el sitio más gris del mundo, pero vamos por partes.

Alambrada de Auschwitz I

Nada más pasar la entrada nos dirigimos a una serie de barracones de ladrillo restaurados y convertidos en museos para ver una serie de exposiciones. En el primero de estos barracones se pueden ver unas fotografías de la gente que llegaba allí, ubicaciones de otros campos de concentración y otros elementos que nos intentan poner en situación, aunque nada te prepara para lo que irás viendo en este lugar.

Red de transporte de prisioneros hasta Auschwitz

En otras salas puedes ver una recreación de cómo vivían los prisioneros, sus camas, letrinas… Aquí ya se te empieza a hacer un nudo en el estómago que difícilmente se pase en el resto del día al empezar a ver las condiciones de hacinamiento, higiene y forma de vida de las personas que se encontraban allí prisioneras.

Barracones de ladrillo

En otro barracón podemos observar, colgadas en los pasillos, fotografías de los primeros prisioneros de Auschwitz con su fecha de entrada y “salida”, pudiendo comprobar que algunos de ellos solo duraban unas pocas semanas. Estos primeros prisioneros eran documentados pero al poco tiempo era tal la cantidad de personas que entraban y “salían” que resultaba imposible dejar constancia de todos ellos.

Prisioneros de Auschwitz

También nos encontramos con enormes salas acristaladas donde se amontonan enormes colecciones de ropa, prótesis, lentes, maletas y otros objetos personales que eran requisados a los prisioneros, hasta una con pelo humano de las mujeres que rapaban nada más llegar y cuyos cabellos eran utilizados para tejer. Los prisioneros entregaban todo lo que eran al pasar esas vallas pues ya ni siquiera importarían más sus nombres sino que se convertían en un número que les tatuaban y obligaban a memorizar, teniendo que repetirlo cada vez que se lo ordenaban con terribles consecuencias si se equivocaban.

Zapatos de los prisioneros

El barracón número 11 fue el último de la visita y el que más me impactó; este barracón llamado “El bloque de la muerte”, era donde los nazis aplicaban castigos y torturas a los prisioneros que incumplían alguna de sus normas. Desde encerrarlos durante semanas en celdas totalmente oscuras para que enloquecieran, dejarlos morir de hambre o ponerles en una diminuta celda donde solo podían permanecer de pie hasta que morían de cansancio. Además, en la parte exterior hay un paredón de fusilamiento donde se llevaron a cabo muchas ejecuciones y en el que, actualmente, se acostumbra a guardar silencio como respeto a las víctimas.

Rosa en los barracones

Sin embargo, estos “métodos” para acabar con los prisioneros eran poco eficientes para la cantidad de personas que seguían llegando, sobre todo cuando comenzó el masivo transporte de judíos desde múltiples puntos de Europa, por lo que los nazis comenzaron a poner en marcha las temibles cámaras de gas con las que aumentaron el número de muertes de forma escandalosa. Para haceros una idea el número de víctimas en los tres campos de concentración que hay en Auschwitz llegó a alcanzar los 1,1 millones.

No pasar

En este campo de concentración construyeron una primera cámara de gas y engañaban a los presos diciéndoles que iban a tomar una ducha, pero cuando estaban encerrados en esta sala les arrojaban el gas Zyklon B, un pesticida con base de cianuro, acabando con cientos de personas en unos minutos. Por supuesto, tuvieron que hacer previamente varias pruebas con otros prisioneros para calcular la cantidad de gas que era letal y el tiempo que debían permanecer expuestos.

Zyklon B

La última parada de esta visita a Auschwitz I es esa misma cámara de gas, se puede entrar a la construcción original que ha sido reconstruida parcialmente. Resulta difícil imaginarse lo que pasó entre esas cuatro paredes, donde incluso se pueden observar marcas de arañazos.

Interior de la cámara de gas

A unos pocos pasos se encuentra la horca donde fue ejecutado Rudolf Höss, el comandante del campo de concentración, cuando acabó esta pesadilla.

Después de intentar asimilar todo esto toca volver al autobús, anímicamente destrozados y pensando que no podíamos ver nada peor, pero que equivocados estábamos.

Invierno en Auschwitz
Barracones y alambradas

Auschwitz II - Birkenau

La historia del campo de exterminio más grande y conocido del genocidio nazi actualmente ya no es un secreto para nadie, hemos podido ver múltiples referencias a este lugar en películas, libros y documentales… El niño del pijama de rayas, Hermanos de Sangre, el Pianista… sin embargo, no importa lo mucho que pienses que estás preparado para visitar este sitio pues te quedarás helado nada más llegar al lugar.

Importante

Aquí te dejo el enlace a la página web oficial de Auschwitz para ver precios y horarios actualizados.

Suele estar abierto todos los días a excepción del 1 de enero, 25 de diciembre y domingo de resurrección.

Horarios de invierno de 8 am a 5 pm, y en verano hasta las 7 pm.

La entrada al campo de concentración de Auschwitz es gratuita, pero hay que tener en cuenta que para entrar entre el 1 de abril y 31 de octubre solo se puede hacer mediante una visita guiada. Esta visita guiada se puede hacer en castellano, dura 4 horas y cuesta unos 50 PLN (12€/8€ reducida), e incluye la entrada a los dos campos y el traslado entre ellos.

También puedes reservar esta visita guiada que sale desde Cracovia.

Como la cámara de gas de Auschwitz I se les quedaba pequeña, mandaron a unos presos a construir en 1941 este segundo campo de concentración en Birkenau (a 3 km del otro campo) como parte del plan llamado “Solución final” que pusieron en marcha los nazis para aniquilar a la población judía. El objetivo era levantar un campo de exterminio mucho más grande y preparado para seguir con esta matanza, construyendo para ello cuatro cámaras de gas en las que podían acabar con la vida de hasta 5.000 personas al día.

Barracones de Auschwitz II

Este campo fue diseñado para que el espacio que ocupaba una persona en los barracones de Auschwitz I aquí lo ocuparan hasta tres o cuatro. Además, las condiciones en las que vivían eran mucho peores, aunque ahora se puede observar un suelo con hierba, durante esa época era un terreno embarrado y húmedo que endurecía aún más la situación en la que tenían que vivir los prisioneros.

Después de visitar Auschwitz I y conocer más sobre esta oscura parte de la historia, cuando bajas del autobús y ves la extensión de este segundo campo te quedas prácticamente helado (y no por el frío). Auschwitz II contaba con 175 hectáreas divididas en varios espacios delimitados con alambres de púas y verjas electrificadas, éste no fue construido como un campo de trabajo sino que la principal función iba a ser el exterminio.

No sé si fue por el día tan nublado pero aquellas alambradas parecían no tener fin a ninguno de los lados de la entrada principal, conocida como “La puerta del infierno” por donde llegaban los trenes cargados de prisioneros.

Puerta del infierno

Uno de estos médicos del campo de concentración, conocido por sus horribles crímenes y experimentos, fue Josef Mengele. Utilizaba a los prisioneros para realizar experimentos que eran verdaderas atrocidades, sobre todo con las mujeres buscando métodos de esterilización y castración con químicos o rayos X, pero por lo que más destacó Mengele fue por su fascinación por los gemelos, a los que les brindaba un trato de privilegiados hasta que ponía en marcha sus más macabras operaciones con todo lo que se le pasara por la cabeza. Mengele consiguió huir a Sudamérica por un error de identificación, siendo liberado por el ejército aliado.

Vagón de prisioneros

Siguiendo con la experiencia en este lugar, nuestra guía nos acompañó recorriendo ese mismo camino que hacían los recién llegados hasta las cámaras de gas donde actualmente se encuentra un memorial con varias placas escritas en los distintos idiomas de las víctimas.

A su izquierda podemos ver los restos de lo que fue una gigantesca cámara de gas excavada en el suelo, los propios nazis las destruyeron antes de la retirada para intentar borrar las pruebas de los crímenes que cometieron. Aquí los prisioneros eran forzados a trabajar diariamente hasta que cuando ya no podían más eran enviados a estas cámaras de gas subterráneas.

Antes o después te darás cuenta de que el lugar es peor que un matadero donde los nazis almacenaban a sus prisioneros, los usaban hasta que no podían más y después los asesinaban sin ningún tipo de consideración.

Memorial a las víctimas de Auschwitz

Para acabar el recorrido entramos a uno de los pocos barracones que quedan en pie en la actualidad (originalmente habías más de 300 barracones de madera), en éste los nazis abandonaban a su suerte a las mujeres enfermas porque no consideraban que mereciese la pena poner en marcha una cámara de gas para acabar con ellas. Dentro del edificio podemos observar unas literas de tres niveles donde dormían hacinadas en diminutos espacios, pero el problema no era solo esto, en este segundo campo era común que los prisioneros enfermaran rápidamente a causa del frío, el hambre y las condiciones de higiene en las que estaban, propagándose las enfermedades entre el resto del barracón.

El campo de Auschwitz fue liberado en enero de 1945 por los soviéticos poniendo fin a 5 años de exterminios que quedarán para siempre en la memoria, siendo uno de los motivos de la conservación de estos campos que lo sucedido no caiga jamás en el olvido.

Alambrada de Auschwitz II

Reflexión personal

Visitar un lugar como éste deja una marca en nosotros como personas, ya te digo que en ningún momento te vas a encontrar cómodo durante su recorrido y vas a acabar con mal cuerpo. Pese a todo, considero hacer esta visita como algo imprescindible para conocer una parte tan importante y reciente de la historia como fue lo que se vivió aquí durante la Segunda Guerra Mundial. Como encontraréis grabado en uno de los barracones de Auschwitz: “Aquellos que no recuerdan el pasado están condenados a repetirlo” del filósofo George Santayana, dando importancia a no olvidar jamás lo que pasó en este lugar para que no vuelva a suceder.

Aquellos que no recuerdan el pasado están condenados a repetirlo

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