Escrito por: MERY OCA (@MERYOCA)

Este no es un post normal, no os voy a poner las 10 cosas más típicas que hacer en Dublín, ni tampoco os voy a contar lo caro que es el transporte en esta ciudad. Esto es una carta de amor para un lugar muy especial que me cambió la vida.

Carta de amor a Dublín

Dublín, eres una ciudad pequeña, oscura la mayor parte de los días del año, húmeda…pero me enamoraste a primera vista. Gracias a ti he podido descubrir lugares asombrosos, conocer a tu gente y, lo más importante, saber quién soy yo.

Y es que Dublín, tú lo tienes todo: ciudad, campo, montaña y playa ¿por qué pasas tan desapercibida? Recuerdo cuando paseaba por la playa de Killiney, al Sur, esquivando las rocas más grandes para no caerme y tus olas me susurraban que ese era mi lugar, que no me fuera. Sentarme ahí y contemplar el atardecer mientras escuchaba alguna canción de Dan Millson me llenaba de alegría; y es que es una sensación que recomiendo a todo el mundo que me pregunte por sentir lo que es la felicidad.

Paseando por la playa de Killiney

Si algún día llovía, no pasaba nada, porque eso era una señal de que tenía que visitar tus museos. Museos donde me he pasado horas contemplando obras de arte; aprendiendo sobre la cultura irlandesa en la National Gallery y después, descubriendo tu fauna en el Natural Science Museum. Y para asentar toda esa información, no había mejor plan que ir a alguna cafetería cerca de la Trinity College, Universidad que tiene mucho encanto y con una biblioteca increíble, y contemplar todo el ambiente que te rodea, Dublín.

Cuando me he sentido perdida por tus calles, no pasaba nada, puesto que alguna persona de las que acoges en tu ciudad, me preguntaba si necesitaba ayuda para llegar a algún lugar. Esas personas son muy especiales, de veras, parece que tienen un sexto sentido en identificar a turistas perdidos y saber ayudarles. Y lo mejor que te puede pasar es que te guíe y luego tengas un amigo más en tu lista de contactos, y conocer gente, culturas. Y si por algún casual no te encuentras con nadie de la zona, simplemente mira bien alto, y busca el Spire, esa gran escultura que se encuentra al Norte del centro; con ella sabes dónde te encuentras y a dónde quieres llegar.

Recuerdo un día soleado, uno de los mejores días de mi vida, y no porque la lluvia me disguste. Pero Dublín, creaste ese día por y para mí, para que pudiera pasear durante horas por tu Phoenix Park, perderme y descubrir sitios de cuento, con ciervos y árboles tan altos que no alcanzas a ver el cielo. Y para que no parase de recorrerte, una corriente de aire me recomendó hacer una visita a mi amiga Molly Malone, tocarle los pechos para volver una más vez a ti. Para finalizar el día, decidí quedarme quieta por unos instantes en tu Half Penny Bridge y sentir el río por debajo de mis pies, escuchar a las gaviotas volando por encima de ti y ver cómo el sol se va a dormir.

Con los ciervos en Phoenix Park

Y es que como he dicho antes, lo tienes todo, porque si quieres ver acantilados y comer Fish and Chips, no hace falta que viajes a otra ciudad, simplemente nos guías hasta tu Norte para encontrar el maravilloso Howth, lugar donde me he pasado horas y horas caminado y respirando aire puro. Disfrutando del fin del mundo, porque ves el mar totalmente abierto, sólo para uno mismo y piensas que te da igual lo que ocurra en ese momento, porque ya has contemplado la belleza en su estado puro.

Enamorada de Dublín

Dublín, eres una ciudad para los valientes, porque haces que tus visitantes te recorran durante horas y por la noche, les brindas tu gratitud en forma de pubs con música en directo en Temple Bar. Les regalas el arte de escuchar a personas con un talento increíble, presenciar un espectáculo diferente cada noche y a la vez muy distinto según el pub donde entremos; nos dejas brindar por la vida, por la felicidad, por nosotros con tu famosa Guiness. Si es que eres maravillosa por abrirte tanto a nosotros.

Disfrutando de The Temple Bar

Y como todo llega a su fin, y te tengo que dejar una vez más, aprovecho para recorrer Grafton Street, repleta de tiendas iluminadas, gente cantando por la calle y me doy una vuelta rápida por el St. Stephen’s Green Park, que se encuentra al final de la misma, y desde donde te digo un hasta luego, muy sincero, Dublín, porque la primera vez que vine y me fui no sabía cuándo nos volveríamos ver, pero ahora que ya te he vivido 3 veces, sé que esto no es una despedida, y nos veremos antes de lo que pensamos.

 Muchas gracias Dublín, por ser como eres.

Instagram: @meryoca, apasionada de la naturaleza y los viajes.