Escrito por: MARIBEL MARTÍNEZ GÁZQUEZ (@MARYPOP_1)
Aún recuerdo las palabras del agente de viajes cuando estaba indecisa sobre mi próximo destino, “seas de montaña, playa, ciudad… a Nueva York hay que ir una vez en la vida” y razón no le faltaba.
Desde que vi la serie Friends he querido ir a la ciudad de los rascacielos. Una ciudad en la que si eres un pelín cinéfilo, cada rincón te trae algún recuerdo de la gran pantalla.
Llegue a Nueva York al anochecer y fui directa a Times Square. Que mi primera imagen de la ciudad fuera de noche, con todo ese despliegue de tecnología y esas luces fue una pasada. No podía creer que fueran las 3 de la mañana y que hubiera tanta gente y actividad a esas horas de la noche. Verdaderamente es la ciudad que nunca duerme.
En mi primer día en la ciudad, quería ver y hacer lo más típico. Lo primero que hice fue conseguir el NY pass, esa tarjeta que te permite entrar a más de 90 atracciones ahorrando gran cantidad de tiempo y dinero si te gusta verlo todo, ya que en muchos lugares existe una cola específica para los que llevan esta tarjeta.
Ni corta ni perezosa me dirigí a pie desde Times Square hasta Battery Park, en la otra punta de la ciudad, pasando por Flatiron Distric. Aquí pude visitar una sinagoga construida por los judíos que huyeron desde Europa en la Segunda Guerra Mundial, y comer un sándwich de pastrami en el famoso restaurante “Katz deli” que seguro que recordareis de la escena de “cuando Harry encontró a Sally” protagonizada por Meg Ryan.
A media tarde decidí coger un ferry y visitar la Estatua de la Libertad. En persona es enorme y con la audio guía, descubres cantidad de curiosidades, anécdotas e historias.
Terminé el día subiendo al último piso del mítico Empire State, en el cual las vistas de la ciudad te quitan el aliento.
Durante el segundo día, visité Central Park y el Museo de Historia Natural. Dos imprescindibles que no te puedes perder si viajas a Nueva York. Para ver este museo entero tienes que dedicarle mucho tiempo, es enorme y está lleno de curiosidades, pero si tengo que quedarme o recomendar una parte en concreto me quedo con la sala de paleontología y los esqueletos de los dinosaurios. Son impresionantes.
Como dato culinario de este segundo día, comí en el famoso Carnegie donde se sirve la mejor tarta de queso de la ciudad y lugar donde Woody Allen tiene un sándwich de pastrami con su nombre.
La excursión en bici por Central Park es sin duda una de las experiencias que nunca olvidare. En mi opinión, la mejor forma para hacerte una idea de lo enorme que es.
Los siguientes días fueron un cúmulo de contrastes, emociones y lugares: Tiffanis, Washington Square, Museo de Arte Moderno, Museo del Sexo, Museo de Cera, y como no, el Top of the Rock. Un consejo, cuando vayáis a subir al Rockefeller Center hacerlo a media tarde para poder disfrutar de las vistas de día, atardeciendo y de noche. Un espectáculo alucinante.
Un día del viaje decidí cambiar completamente el paisaje y llegué hasta la parte más al sur de la isla donde se encuentra Wall Street. También visité las obras del antiguo World Trade Center.
En esta ciudad aún se encuentra muy presente el impacto del atentado terrorista del 11-S. En el lugar donde se localizaba una de las torres gemelas hay un memorial con testimonios de los supervivientes, fotos, objetos y nombres de las víctimas. También un homenaje a todos los profesionales y las personas que ayudaron en el rescate y, por muy raro que parezca, hasta una tienda de regalos. Sales un poco tocado de este museo pero es una visita obligada.
Para animarme volví al el norte de la isla, parando para comer en Little Italy (aunque solo quede una calle porque el resto es china town). China Town es como si coges un avión exprés y te presentas en la mismísima Asia. Me contó gente local que hay personas que no hablan inglés a pesar de estar en Estados Unidos y que llegan a pasar su vida entera sin salir del barrio. ¡Alucinante!
La guinda del día fue cenar en el restaurante de Times Square “Buba Gump”. Los fans de la película Forest Gump recordaran la empresa que estos dos personajes soñaban con montar a su vuelta de Vietnam. Buba no paraba de recitar todos los platos que su madre cocinaba con gambas, pues bien, en este restaurante puedes degustar todos estos platos. Son una delicia, aunque si eres alérgico a marisco es mejor no acercarse. El restaurante está repleto de elementos originales de la película y parte de su decorado.
Deseando estaba de que llegara el día de ir a Brooklyn. A pesar de que con el metro se puede ir a cualquier parte de la ciudad, me hacía especial ilusión cruzar el famoso puente que llega hasta este barrio neoyorkino.
Para volver a Manhattan decidimos hacerlo en Water-Taxi, si un barco taxi. Por muy raro que parezca es una forma muy rápida y cómoda de volver al centro de Manhattan por el rio Hudson.
Siento que podría estar hablando horas y horas de esta maravillosa ciudad, pero es que tiene tanto que ofrecer… Museos como el Madame Tussauds o el Metropolitan, tomar un cocktail en la terraza del 230, la sede de Naciones Unidas, o una de mis favoritas, el porta aviones de la armada americana Enterprise y que pocas personas conocen.
En mi último día en la ciudad volví a Central Park para despedirme como se merece, y mientras que paseaba en barca por sus lagos ya estaba haciendo planes de cómo y cuándo podía volver.